Echar currículums

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Echar currículums
Echar currículums

Por Enrique Dans, para El blog de Enrique Dans.

Todos hemos escuchado la frase en algún momento, o puede incluso que la hayamos pronunciado.

La idea de “echar currículums”, como quien lanza objetos al vacío o, más apropiadamente, como quien envía correo basura o spam, está firmemente arraigada en países en los que las características del mercado de trabajo plantean importantes retos a quienes quieren desarrollarse en él.

Y sin embargo, todos, desde el primero que lo hace hasta el último que los recibe, sabemos que hablamos de una práctica inútil, absurda, perjudicial y con cada vez menos sentido. La gran verdad, el auténtico elefante en la habitación, es que la idea de hacerse con una base de datos para enviar a todos sus integrantes un sobre con un currículum y una carta de presentación idénticos resulta cada día menos aconsejable.

No, los currículums no se “echan” como si fueran mensajes metidos en botellas. La probabilidad de éxito de enviar un currículum a una base de datos sin mediar ningún tipo de oferta de empleo o relación previa con la compañía es nula. Si conoces algún caso en el que alguien consiguiese trabajo así, desengáñate: no fue el envío del currículum como tal, sino el hecho de que la empresa tenía abierto algún proceso de selección que milagrosamente coincidió con el perfil del candidato, algo que ocurre en escasísimas ocasiones. El envío indiscriminado de decenas o cientos de currículums con su carta de presentación es una práctica sencillamente absurda, que colapsa a las compañías y que no trae nunca nada bueno. Si alguien pretende convencerte de que “eches currículums”, no le hagas ni caso. Es un error.

¿Qué hay que hacer en lugar de “echar currículums”? Sencillamente, pasar de la mentalidad de spammer a la de francotirador. Como reglas de oro, yo destacaría las siguientes:

  • El papel es basura. Si además lo envías verjurado o de alto gramaje y a juego con el sobre, es mucho peor: no solo gastas más dinero y matas más arbolitos, sino que además evidencias que eres del siglo pasado, y peor, que te has quedado en él. Si no puedes como mínimo enviar el currículum por correo electrónico, es muy posible que no quieras trabajar en esa compañía. El valor de un historial profesional no se mide ni se debe medir por el peso de su soporte.
  • El envío de un currículum debe empezar por haber visto o tenido noticias de una oferta de empleo o del interés de una compañía determinada. Si no es así, debe al menos partir de un conocimiento personal de quien lo va a recibir o de las circunstancias de su compañía, y de la sensación de que no se está abusando de esa relación. Si crees que estás abusando de la persona a la que se lo envías, no se lo envíes.
  • El propio currículum como tal es un soporte cada día más anticuado. Sabes perfectamente que la empresa va a llevar a cabo toda una labor de investigación en la red antes de llamarte: van a buscarte, a tratar de identificar si lo que dices es cierto y si existen pruebas tangibles de tus aseveraciones. De nada sirve que digas que eras la bomba haciendo algo, si al buscar en la red no aparece relación alguna entre tu nombre y eso que dices que hacías o de la empresa en la que lo hacías. Lo mejor que te puede ocurrir es que esos enlaces a las pruebas de tu actividad sean fáciles de encontrar, incluso porque los hayas almacenado e incluido tú mismo. Lo óptimo es que una búsqueda en la web de tu nombre entregue inequívocas evidencias de tus habilidades. Para algunos perfiles, es clarísimo: nada como GitHub para probar tu habilidad como programador, como CrunchBase para demostrar tu implicación en empresas tecnológicas, o como ResearchGate para evidenciar tu dedicación a la investigación, por poner solo algunos ejemplos. Nada convencerá tanto a un potencial empleador de tu capacidad para expresar tus ideas coherentemente como una página personal en la que pueda leerlas, o como las colaboraciones que hayas escrito para terceros. La red es tu aliado, si la dejas de lado, solo puedes perder.
  • La dimensión social es fundamental. Buscarte en la red y que aparezcan tweets tuyos con contenidos cuestionables es malo, pero no es peor que no estar. Casi todo tiene una explicación, lo que no la tiene es la vocación por mantenerse al margen de todo o la demostración práctica y palpable de que no se ha entendido nada. Y todos nos divertimos, y queremos trabajar en compañías donde la gente se divierte: si una compañía no te selecciona porque había fotos tuyas en Facebook mientras te divertías en una fiesta, no te conviene trabajar en ella. Pero si lo único que aparece al buscarte son fotos tuyas completamente borracho en infinidad de fiestas, mejor revísate el hígado.
  • Las relaciones son fundamentales. No, no son “recomendaciones” ni “enchufes”, ni nada merecedor de crítica: son personas que te conocen y están dispuestas o bien a sugerir y apoyar tu candidatura, o a comentarte que existe un perfil que puede coincidir bien con ella. Cultivar esas relaciones es fundamental, y de ahí el éxito de redes como LinkedIn, Tyba y similares: no simplemente estar conectado, sino leer lo que leen, comentar en los foros en los que comentan, y aportar valor curando contenido sin convertirte en un pesado. Las mejores relaciones no son las que se tienen por ser “hijo de”, “cuñado de” o “conocido de”, al contrario: esas obligan a demostrar que detrás de esa relación sin importancia real más allá del parentesco o la amistad, hay algo detrás. Las mejores relaciones son las que se tienen con aquellos que te han conocido mientras estudiabas o trabajabas: hazlas visibles y no las descuides.
  • No. Hagas. Spam. Punto. A nadie le gusta, y muchos directamente lo odian. Si te sientes un spammer, es que estás haciendo algo mal. Si no cumples ni la mitad de los requisitos de un puesto, enviar un currículum a él es hacer spam, es provocar que alguien pierda miserablemente el tiempo, salvo que tengas razones poderosísimas y que puedas explicar rápidamente sobre por qué, a pesar de no cumplir algunos de los requisitos, eres la mejor opción para ese puesto (y eso ocurre en MUY pocas ocasiones). No, no hace falta cumplir todos los requisitos, pero sí una buena parte de ellos, sobre todo si se entienden fundamentales para el puesto. Usa tu sentido común.
  • Ningún envío debe ser igual a otro, porque siempre habrá elementos en tu historial profesional, frases de énfasis en la carta o en el texto del correo electrónico que acompaña al fichero adjunto que puedan ser adaptadas a la empresa o al puesto. No, no tienes que ponerlo todo en tu currículum: es normal tener que escoger. En esa adaptación, además de en una correcta elección de los objetivos, está la verdadera clave.

No, enviar cientos de currículums no va a mejorar tus opciones de encontrar un trabajo, y sí puede que las perjudique. Déjate de “echar currículums”, envía solamente los que de verdad sientes que tienes que enviar, cada uno con sus buenas razones detrás, y confía en tus contactos y en tu presencia en la red para apalancar tu búsqueda de trabajo. Lo que no sea así, sencillamente, no funciona.

Fuente: El blog de Enrique Dans
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